Ahí están: un tanto atrevidos y desvergonzados.
Nos saludan escondidos tras las señales de tráfico, puertas, papeleras o alcantarillas.
Otras veces nos miran desafiantes, bote de spray en mano.
Y sin pudor alguno, hacen sus necesidades en la vía pública.
Todos ellos muy simpáticos -a la par que descarados- salen de vez en cuando de su madriguera y los podemos ver por las calles de Madrid.
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